4 de agosto de 2009

La renuncia (y II)

A la primera de las preguntas que dejé anteriormente abiertas, responderé.
¿Porque nos cuesta tanto renunciar?

Vamos a estudiarlo desde diferentes puntos de vista:
Cojamos primero la RAE:
renunciar.

(Del lat. renuntiāre).

1. tr. Hacer dejación voluntaria, dimisión o apartamiento de algo que se tiene, o se puede tener. Renunciaré a mi libertad.

2. tr. Desistir de algún empeño o proyecto. El presidente renuncia a presentarse a las próximas elecciones.

3. tr. Privarse o prescindir de algo o de alguien. Renunciar al café. Renunciar al mundo.

4. tr. En algunos juegos, pasar (no entrar).


Nos quedamos con las descripciones 1-3: dejación voluntaria, desistimiento, prescindir.

Para ver que algo nos sobra, que no lo necesitamos, tiene que venir de dentro. No puede ser algo que simplemente hacemos mecánicamente. Y si no me equivoco, hoy en día, sacar cosas de adentro, con un poco de reflexión o dejándonos iluminar por la sabiduría de otros, no está de moda.

A continuación unos vídeos para reflexionar sobre nuestro futuro y del porqué entrenar en la renuncia:
La fábula del "gran reset" (de las 3 posibles opciones de futuro, creo que ahora estamos en la que se cita como "Wounded beast" (bestia herida"; 1:49 del vídeo), con continuas burbujas que van explotando.


Cómo evolucionan los páises que vienen:



Leyendo un blog sobre innovación he encontrado la siguiente cita para la reflexión y que enlaza con el tema de la renuncia:
¿De qué nos serviría ganar el mundo, si perdemos nuestra alma?
Buscando algo más de información al respecto de esta cita, he encontrado un blog que es de "supergedanken", bastante más filosófico que este, pero muy correcto.

En resumidas cuentas, y dicho en formato aizkolari: "afilemos de vez en cuando nuestro hacha, que si no, igual no cortaremos nada". O si lo preferís, vuelvo al formato clásico, ya citado anteriormente, que también nos avisa de los peligros terrenales y nos alienta a mantenerlos en un sano equilibrio.

1 comentario:

  1. Interesante tema el de la renuncia, desde luego. Estoy de acuerdo en que hará falta renunciar a mucho si no queremos saltar por los aires, pero ¿no estará parte del problema en que nos hemos quedado sin razones por las que renunciar? Es decir, sin contraprestación, de algún modo. Pocos renuncian ya para llegar a gozar del cielo, y ninguno lo hace ya para alcanzar esos sueños modernos que esperaban al final de la historia: progreso ilimitado, sociedad sin clases... Así que quizá sea eso lo primero que debamos hacer: buscar motivos por los que renunciar. Un trabajo duro.

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